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sábado, 31 de enero de 2009

TODO COMIENZA CON NUESTRA VISIÓN DEL MUNDO

TODO COMIENZA CON NUESTRA VISIÓN DEL MUNDO

Por largo tiempo, el ser humano ha buscado respuesta a una de las mayores incógnitas acerca de si mismo: la magnitud del poder que reside en su mente y el papel que ésta juega en el logro de su felicidad.
Tristemente, muchas veces en medio de nuestro afán por lograr el éxito y la felicidad, buscamos fuera de nosotros algo que siempre se ha encontrado en nuestro interior: el secreto para vivir una vida plena y feliz.
Todos queremos ser felices y tener éxito en la vida; deseamos saber cuál es el secreto que nos permita lograrlo, pero al no creernos poseedores de tan valiosa fortuna, buscamos fuera de nosotros algo que es parte de nuestra esencia misma. Porque lo cierto es que todo lo que necesitamos saber para triunfar y vivir una vida plena y feliz se encuentra dentro de cada uno de nosotros.
Las respuestas a todas nuestras preguntas, las soluciones a todos nuestros problemas, el poder para hacer realidad nuestras metas más ambiciosas se encuentra en nuestro interior. Lo único que necesitamos hacer es preguntar, escuchar y confiar.
La lección más importante que debemos aprender es que las acciones y sucesos externos son sólo la manifestación física de las acciones y sucesos internos. Las imágenes mentales que consistentemente mantenemos en nuestro subconsciente, buscarán siempre manifestarse en nuestro mundo exterior.
El pesimista vive en un mundo negativo y deprimente, mientras que el optimista ha elegido vivir en un mundo positivo y lleno de oportunidades. Lo más curioso de todo es que se trata del mismo mundo. Las diferencias que ellos observan son sólo el resultado de sus pensamientos dominantes. Estos han sido los encargados de atraer la felicidad o la angustia que cada uno de ellos experimenta en su vida. Y lo mismo sucede con todos nosotros.
La buena noticia es que si en este momento no estamos viviendo la clase de vida que siempre hemos deseado, podemos crear una nueva realidad cambiando el tipo de información con la cual alimentamos nuestra mente. Nuestros pensamientos son las semillas de lo que ocurrirá en nuestra vida, y todos somos responsables de ellos.
El ser humano es, literalmente, lo que piensa. Cada persona construye sus condiciones, su éxito, sus negocios y su destino en virtud de los pensamientos que escoge y guarda en su mente. Todo lo que se manifiesta en nuestra vida es el resultado de lo que previamente se ha manifestado en nuestra mente. Así que todos nosotros somos "los arquitectos de nuestro propio destino".
En su libro: Como piensa el ser humano, así es su vida, James Allen se refiere a éste como a uno de los secretos más conocidos y menos practicados: ¡Todo ser humano es el forjador de sí mismo!
Los seres humanos construyen su destino de acuerdo con los pensamientos que escogen y guardan en su mente. Ésta es como un telar donde tejemos nuestro carácter y donde, con los pensamientos que mantenemos, atraemos hacia nosotros nuestras circunstancias, creamos hábitos y labramos nuestro destino. Nuestro carácter es la suma de todos nuestros pensamientos. Esta es la esencia de la ley de la atracción.
La buena noticia es que, aun si hasta ahora hemos tejido ignorancia y sufrimiento, siempre tenemos la opción de cambiar nuestra manera de pensar, y podemos comenzar a tejer sabiduría y felicidad. Esta idea no sólo se limita a tu ser, sino que abarca cada condición y circunstancia de tu vida.
Así como cada planta brota de su semilla, y no podría ser de otra manera, nuestras acciones surgen de las semillas invisibles de nuestros pensamientos, y no habrían existido sin ellos. Lo anterior es aplicable por igual a aquellos actos considerados "espontáneos" y "no premeditados" como a aquellos que se ejecutan deliberadamente.
Las acciones son retoños que han crecido a partir de nuestros pensamientos, y la dicha o el sufrimiento son sus frutos. De este modo los seres humanos cosechan los frutos, dulces o amargos, de aquello que ellos mismos han sembrado.
De manera que la calidad de vida que cualquier individuo experimenta tiene poco que ver con sus circunstancias y mucho, con su actitud personal y su manera de pensar.
En su libro: El camino a la felicidad, Orison Swett Marden relata que en un congreso de agricultura le preguntaron a un viejo granjero qué terreno le parecía más apropiado para el cultivo de cierto fruto, a lo que él respondió: "No importa tanto la clase de tierra en que se siembre, como la clase de persona que vaya a sembrarla".
El labrador preparado en su oficio saca provecho del suelo pobre, mientras que el inepto vive en la miseria, aún en el terreno más fértil.
Esta anécdota deja claro que la felicidad no depende tanto de las circunstancias favorables, como de nuestra actitud mental. Cualquiera es capaz de mantener una actitud positiva y optimista cuando vive en condiciones ideales. Solamente el ser equilibrado y dueño de si mismo es capaz de conservarla, aún en medio de las condiciones más difíciles y hostiles. Si no llevamos la semilla de la felicidad en nuestro interior, no la hallaremos en ninguna parte.

La Ley de la Atracción
Mitos y Verdades sobre el Secreto más Extraño del Mundo.
Dr. Camilo Cruz

jueves, 29 de enero de 2009

¿CUÁNTO DINERO DESEAS GANAR?

¿CUÁNTO DINERO DESEAS GANAR?

Una de las preguntas que escucho con mayor frecuencia cuando comparto los postulados de la ley de la atracción es: "Doctor Cruz, ¿me está usted diciendo que yo puedo atraer con mi manera de pensar los ingresos que desee?" A estas personas les contesto siempre: ¡Sí, eso es absolutamente cierto!
De hecho, sin conocer tus circunstancias personales, tu profesión, país de residencia o situación financiera actual, puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que tus ingresos presentes son el resultado de tus pensamientos dominantes y las creencias en las que has enfocado tu mente hasta el momento.
Todos estamos recibiendo los ingresos que nos queremos ganar. Quizás no es lo que quisiéramos, lo que esperábamos ganar, o lo que habíamos planeado ganarnos, pero es lo que creemos que merecemos.
Antes de apresurarte a cerrar el libro en total desaprobación, quiero que leas los siguientes párrafos, porque estoy convencido que al final de ellos, habrás Regado a la misma conclusión: la elección sobre nuestros ingresos no es del mercado o de la economía reinante, ni de nuestro empleador o nuestro jefe inmediato. Es nuestra. Todos tenemos la posibilidad de determinar nuestros ingresos; tanto empresarios, como vendedores que trabajan con base en comisiones, o empleados que determinan los ingresos que desean generar al ejercitar su libertad de decidir cómo y en qué invierten su tiempo. Lo triste es que ante esta gran elección que todos tenemos, muchas personas optan por devengar entradas que no les permite tener el estilo de vida del cual quisieran gozar.
En mi libro: Secretos del vendedor más rico del mundo, comento como en alguna oportunidad decidí hacerle la siguiente pregunta a un grupo de profesionales y empresarios independientes que asistían a uno de mis seminarios: "¿Cuántos de ustedes creen que les están pagando lo que valen?" Ninguno de ellos levantó la mano ni respondió de manera afirmativa. De hecho, después de escuchar sus comentarios pude percibir dos cosas: Primero, que todos sentían que no recibían lo que creían merecer, y segundo, que aún así, la mayoría de ellos no estaba haciendo nada al respecto. De hecho, muchos de ellos no pensaban que hubiera nada que pudieran hacer y se habían resignado a su suerte.
Es sencillo; los ingresos o el salario que cada persona devenga van en proporción directa al valor que su trabajo agrega a la economía. Ésta es la que determina cuál es la retribución apropiada por nuestros servicios, experiencia y conocimiento, y establece que ciertas personas, de acuerdo con su trabajo, ganen cinco dólares por hora y otras ganen un millón de dólares al año.
Si estableciéramos una escala de ingresos entre estas dos cantidades -cinco dólares por hora y un millón de dólares al año- descubriríamos que la gran mayoría de nosotros nos encontramos en algún punto intermedio. Dónde nos encontremos es algo sobre lo cual cada uno tiene más control del que cree tener. Tanto la persona que gana cinco dólares la hora como la que gana quinientos dólares la hora, se encuentran justo donde desean encontrarse.
A pesar de que es el mercado el que establece esta escala de salarios, somos nosotros los que decidimos dónde queremos encontrarnos en dicha escala. Todos nosotros, consciente o inconscientemente, no sólo nos encargamos de poner un precio, un valor, a nuestro trabajo -llámalo salario, sueldo o comisiones-, sino que nos encargamos de comunicarle al mercado dichas expectativas, y al hacerlo, estamos comunicándole que ese es el valor que deseamos atraer.
¿Cuánto vale tu trabajo? ¿200... 500... 10.000 dólares semanales?
Ya sea que lo sepas o no, cada uno de nosotros lleva una etiqueta de precio invisible. La persona que gana doscientos dólares semanales se ve a sí misma devengando esa cantidad y no se ve ganando más de esa cifra.
Ella puede querer ganar más, pero su visión interna acerca de sí misma es la de alguien que sólo gana doscientos dólares semanales. Su autoestima, creencias, valores y pensamientos dominantes son los de una persona que espera ganarse esa cantidad. Lo mismo ocurre con aquella que gana diez mil dólares semanales. Ella ha determinado que esa es la cantidad que desea ganar. Se ha preparado para lograrlo. Se ha visualizado recibiendo esa cifra. Espera obtenerla, y por lo tanto, su etiqueta invisible tiene ese precio.
Hace poco le pregunté a un joven que trabaja en una farmacia cuánto ganaba. Con aire de pesadumbre y resignación me respondió: "ocho dólares por horas". Le pregunté si eso era lo que él quería ganar.
- ¿Te alcanza para vivir como verdaderamente deseas vivir?"
- "¡No!" Fue su respuesta. "A duras penas me da para sobrevivir"
- "Entonces, ¿por qué te has resignado a aceptar ese pago por tus servicios? ¿Qué haces realizando una actividad que no te retribuye de la manera que lo deseas?"
Muchas personas argüirán que ellos no tienen ningún control sobre el precio que el mercado ha asignado como pago por una hora de su tiempo. Y mientras piensen de esa manera no pueden pretender atraer hacia ellas más de lo que ya reciben.
Así que tómate el tiempo necesario para determinar cuánto deseas ganar, basado en tus objetivos y metas, tus sueños y tu misión personal. Posteriormente, determina que actividades en tu trabajo o profesión te garantizarán dichas entradas y toma la decisión de concentrarte en ellas. Identifica también que actividades realizas actualmente en tu trabajo que no pagan dicha cantidad y que posiblemente te están robando tu tiempo y elimínalas de tu rutina diaria.

La Ley de la Atracción
Mitos y Verdades sobre el Secreto más Extraño del Mundo.
Dr. Camilo Cruz

martes, 27 de enero de 2009

UN AÑO MÁS

UN AÑO MÁS

Un año que ha transcurrido es como desear atrapar el viento en mis manos, es pensar y pensar lo que este año pude realizar. Sabes… soy más viejo que el enero anterior y un poco más joven que el amanecer que mañana me despertará.

Un año más, un año lleno de luchas y desafíos; sabes… los errores que cometí y los aciertos que logré es un tiempo que ya viví.

Un año más, con nostalgia le digo adiós y con una alegría nueva deseo mañana volver a empezar; sabes… mi camino es un camino que todos los días debo reiniciar y cada día que termina más enamorado estoy de existir.

Un año más, es brindar contigo mujer mía con el anhelo de volverte a enamorar; es una mirada de cómplice saber que existes amigo del andar; es conocer la paciencia de una madre que todo lo puede despertar; es mirarte con ese rostro nuevo que Dios me regaló y llamarte hijo mío para poderte siempre amar.

Un año más, expresiones del alma, esperanzas del mañana; parece ser que hace un instante volví a nacer, las palabras no pronunciadas, las caricias que no te entregué; sabes no voy a dejar de nuevo el momento pasar, porque hoy sí te voy a amar, y ese año que hoy inicia será el principio del tiempo que me resta por vivir y te quiero asegurar que he decidido comprometerme desde ahora a triunfar.

Miguel Ángel Cornejo

domingo, 25 de enero de 2009

CAMPOS DE DIAMANTES

Campos de Diamantes

“Hace algún tiempo no lejos del Río Indo, vivió un viejo persa de nombre Ali Hafed. Ali Hafed era propietario de una hermosa finca con huertos, campos de trigo y jardines. Era un hombre rico y satisfecho. Estaba satisfecho porque era rico y era rico porque estaba satisfecho.

Un día visitó al viejo granjero persa un sabio sacerdote budista. Se sentó junto al fuego y le contó al granjero cómo se había formado este mundo nuestro. Dijo que en un tiempo, nuestro mundo había sido solamente un banco de niebla y el Todopoderoso metió su dedo en el banco de niebla y lo hizo girar hasta convertirlo en una bola de fuego. La bola comenzó a rodar por el universo, abriéndose camino como su fuego. El fuego interno estalló atravesando la corteza y formando las montañas, las colinas, los valles… Después se enfrió y se convirtió en granito, la que se enfrió menos rápidamente se transformó en plata; la masa que se enfrió todavía más lentamente en oro, y después del oro se formaron los diamantes.

El budista dijo: “Un diamante es la gota congelada de un rayo de sol”, es la última y más grande de las creaciones minerales de Dios, así como la mujer es la última y más grande las creaciones animales de Dios… Si tuvieras un diamante del tamaño de un dedo pulgar, podrías comprar el condado entero y si tuvieras una mina de diamantes podrías colocar a cada uno de tus hijos en el trono, gracias al poder de tu enorme riqueza.

Ali Hafed escuchó todo lo que dijo el sacerdote acerca de los diamantes, acerca de su valor, y aquella noche se fue a la cama sintiéndose un hombre pobre. No había perdido nada, pero se sentía pobre porque estaba descontento y estaba descontento porque temía ser pobre. Hasta que tomó una decisión: ¡Quiero una mina de diamantes!

Muy temprano por la mañana Ali Hafed buscó al viejo sacerdote y le preguntó: ¿dónde puedo encontrar diamantes? Quiero ser inmensamente rico. El sacerdote pensó durante un momento y dijo: “Busca un río que corra entre arenas blancas y altas montañas. Puedes encontrar diamantes en la arena blanca”.

Así que Ali Hafed vendió su granja, recogió su dinero, dejó su familia a cargo de un vecino y se marchó en busca de diamantes. Comenzó por los montes de la Luna. Después buscó por los alrededores de Palestina, luego vagó por Europa. Pasaron los años. Perdió todo su dinero, vestía harapos, y se hallaba en la miseria más absoluta… Dicen que se lo llevó el mar.
Mientras Ali Hafed recorría su calvario, el hombre que le había comprado la granja llevó un día su camello a beber al jardín y, al introducir la bestia la nariz en el agua poco profunda del arroyo percibió un destello proveniente de las blancas arenas. Introdujo la mano en ellas, y extrajo una piedra negra que reflejaba todos los colores del arco iris. Se llevó este curioso guijarro a su casa, lo dejó sobre una repisa y se olvidó por completo de él. Algunos días después volvió el viejo sacerdote budista y al entrar en la casa vio el rayo de luz que reflejaba aquella piedra, corrió hacia ella y gritó: “¡Un diamante! ¿Ya regresó Al Hafed?”. No, contestó el granjero, Ali Hafed no ha regresado y esto no es un diamante, es una simple piedra que encontré en el jardín. El sacerdote dijo: “Conozco muy bien los diamantes… y éste es un diamante”. Corrieron entonces juntos al jardín, removieron las blancas arenas con las manos, y ¡oh, sorpresa! encontraron gemas más hermosas, más grandes y de mayor valor que la primera.

Fue así como se descubrió la famosa mina de Golconda que llegó a ser la mina de diamantes más fabulosa en toda la historia de la humanidad. El Kohinoor y el Orloff, brillantes que pertenecen a los tesoros de Inglaterra y Rusia, proceden de esa mina.

Si Ali Hafed se hubiera quedado en su casa, si hubiera cavado en su propio jardín, hubiera encontrado diamantes y no hubiera sufrido hambre ni encontrado la muerte en tierras extrañas”.
Russel H. Conwell
“Un instante para ti”.


CONCLUSION

Amigos míos,

Todos tenemos campos y campos de diamantes, ¿donde están?
Sus campos de diamantes están dentro de usted mismo, y su extensión abarca un círculo, cada vez más amplio, cuyo centro es usted.
Encontrará campos y campos de diamantes en su interior, en el seno de su familia, en su vecindario, en su propio trabajo, en su comunidad, población y ciudad, en su Estado y en su País.
Necesitamos cambiar nuestras actitudes, nuestro modo de pensar y de comportarnos; no nuestro sitio en la vida, no nuestra vocación.
Si hemos de ser grandes, primero debemos serlos ante nuestros propios ojos y ante los ojos de las personas que nos conocen mejor.
El verdadero éxito significa humildad, temor de Dios y amor por nuestros semejantes.
Pueden creerme amigos, las oportunidades están a su alrededor, hay campos y campos de diamantes en su propio patio, si sólo se deciden a buscarlos y encontrarlos, debemos solamente tener sentido común.

Felicidades y éxitos en tus Proyectos
Atte.
Carlos Felix

OFICINA ACTIVZ LIMA PERU